Esperanza que nos llena de alegría
Esperanza que nos llena de alegría
JOE, enfermo terminal de cáncer, estaba postrado en la cama. A su lado conversaban su esposa, Kirsten, y unos cuantos amigos. Al mirar a su marido, Kirsten observó que las lágrimas surcaban sus mejillas. Al principio pensó que sería del dolor. Pero aunque sin duda lo sentía, él le aseguró que en esa ocasión no lloraba por eso.
“En aquel trago amargo —dice Kirsten—, Joe estaba acompañado de amigos íntimos que habían ido a verlo. Además, contaba con una maravillosa esperanza, que nadie podría quitarle y de cuya realización estaba más seguro que nunca. Confesó que eran lágrimas de alegría. Esa misma noche falleció.”
¿Qué esperanza sostuvo a Joe mientras la enfermedad seguía su curso? La promesa que nos hace Jehová Dios de vivir eternamente con salud perfecta en una Tierra paradisíaca (Salmo 37:10, 11, 29). Por ejemplo, Revelación (Apocalipsis) 21:3, 4 dice: “La tienda de Dios está con la humanidad [...]. Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores [entre ellas los múltiples problemas de la actualidad] han pasado”.
Esperanza hasta para los muertos
En el caso de Joe, su esperanza se cumplirá cuando resucite. Es más, ya durante su enfermedad le consoló la garantía que dio Cristo de que “todos los que están en las tumbas conmemorativas” —los muertos que Dios guarda en su memoria— despertarán del sueño de la muerte (Juan 5:28, 29). Y usted, lector, ¿se encuentra triste por haber perdido a un familiar o amigo? Si así es, la esperanza de la resurrección también lo confortará. Cierto, no eliminará el profundo dolor de haber sufrido la pérdida de un ser querido, pues hasta Jesús “cedió a las lágrimas” cuando su amigo Lázaro falleció, pero dicha esperanza le aliviará la pena (Juan 11:14, 34, 35; 1 Tesalonicenses 4:13).
“Cuando el cáncer acabó con Joe —señala Kirsten—, creí que me sería imposible volver a ser feliz. Ya han pasado varios años y todavía pienso que mi vida en este sistema nunca será igual. Nada puede llenar el vacío que dejó Joe. Con todo, no les miento si les digo que de nuevo estoy tranquila y contenta.”
Los comentarios de Kirsten nos recuerdan que en este mundo no se puede experimentar en todo momento un gozo desbordante. La vida tiene sus altas y sus bajas. Y en ocasiones estaría fuera de lugar sentir júbilo (Eclesiastés 3:1, 4; 7:2-4). Además, hay quienes, por una u otra causa, batallan con la depresión. Aun así, las promesas bíblicas son un consuelo sin igual, y la insuperable sabiduría de las Escrituras nos ayuda a no cometer errores que nos harían infelices. Es tal y como Dios nos promete: “En cuanto al que me escucha, él residirá en seguridad y estará libre del [...] pavor de la calamidad” (Proverbios 1:33).
En efecto, Jehová quiere lo mejor para nosotros. Desea que seamos felices, pero no de manera superficial, sino en lo más profundo de nuestro ser. Y no solo por unos años, sino por toda la eternidad. Por esa razón, su Hijo pronunció unas palabras que nunca perderán su validez: “Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual” (Mateo 5:3). Ciertamente, haremos bien en tomarlas en serio.
[Ilustración y recuadro de la página 9]
Nueve ingredientes para la felicidad
1. Adoptar un enfoque espiritual ante la vida (Mateo 5:3).
2. Contentarse con lo esencial y huir del “amor al dinero” (1 Timoteo 6:6-10).
3. Mantener los placeres en su lugar (2 Timoteo 3:1, 4).
4. Ser generoso y esforzarse por hacer felices a los demás (Hechos 20:35).
5. Ser agradecido y apreciar lo que se tiene (Colosenses 3:15).
6. Tener una actitud perdonadora (Mateo 6:14).
7. Elegir bien las amistades (Proverbios 13:20).
8. Cuidar del cuerpo y evitar los vicios (2 Corintios 7:1).
9. “Regoc[ijarse] en la esperanza” que da la Biblia (Romanos 12:12).
[Ilustraciones de las páginas 8 y 9]
La esperanza bíblica del nuevo mundo es todo un consuelo