El alforn. Música que brota de los árboles
El alforn. Música que brota de los árboles
POR siglos, los habitantes de diversas regiones de los Alpes suizos han usado un instrumento singular para comunicarse: el alforn, o trompa de los Alpes. Quizás parezca poco práctico —hay alforns que miden dos veces más que sus intérpretes—, pero en realidad es posible transportarlo a mano. Algunos modelos incluso se desmontan y se guardan en un estuche. Su sonido se puede escuchar con claridad a más de 10 kilómetros
(6 millas) de distancia en los elevados valles alpinos.Cómo se fabrica
Como el alforn tradicional se fabrica con madera de abeto —un árbol de zona montañosa— es natural encontrarlo en los hermosos Alpes suizos. Su forma le viene del tronco, pues las fuerzas de la naturaleza obligan a los abetos de las empinadas laderas a crecer con una curvatura en la base.
Una vez seleccionado el árbol, el artesano lo corta en dos a lo largo y ahueca ambas mitades con formones especiales. ¡Tan solo esta etapa puede tomar hasta ochenta horas! Luego lima y lija el interior para dejarlo parejo y suave. A continuación pega las dos mitades y las amarra firmemente con listas de abedul; además, le añade un soporte de madera para apoyar el instrumento al tocarlo; le coloca una boquilla, decora a mano el extremo acampanado pintándolo o grabándolo y, finalmente, le aplica una laca impermeable.
Usos tradicionales
Por generaciones, los encargados de los rebaños y del ganado han tocado el alforn en las elevadas praderas para avisar a sus familias, abajo en el valle, que todo está bien. Sin embargo, lo usaban principalmente para reunir a las vacas y ordeñarlas, pues desde siempre se ha creído que su dulce sonido las mantiene tranquilas mientras las ordeñan.
En invierno, después de bajar al valle y guardar las vacas en los establos, muchos cuidadores se iban al pueblo a tocar sus alforns a fin de recolectar dinero y complementar sus ingresos. Incluso llegó a emplearse para llamar a los hombres a la guerra.
¿Cómo se toca?
A primera vista, parece sencillo tocar este instrumento, pues no tiene orificios, llaves ni pistones. Pero soplar la cantidad precisa de aire para obtener la nota deseada no es nada fácil.
El alforn solo produce doce tonos naturales, por lo que no es posible interpretar cualquier canción. Sin embargo, hay melodías escritas expresamente para este instrumento, y un buen intérprete puede hacer gala de un deslumbrante virtuosismo.
Algunos compositores de renombre han incluido la participación del alforn en sus obras orquestales. Por ejemplo, Leopold Mozart —padre de Wolfgang Amadeus— escribió su Sinfonia Pastorella para orquesta de cuerdas y corno pastoritio, un tipo de alforn. Brahms imitó el sonido del alforn suizo con flautas y cornos, y algo similar hizo Beethoven en su Pastoral, que evoca la vida de los pastores.
La primera mención escrita de este instrumento aparece en un libro de contabilidad del monasterio de San Urbano, en Suiza, y data de 1527. Hoy día, casi quinientos años después, la suave voz del alforn sigue recorriendo las majestuosas praderas de los Alpes suizos.
[Ilustración de la página 15]
El alforn se puede desmontar y transportar a mano