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 FAUNA Y FLORA

El alce, extraño gigante del bosque

El alce, extraño gigante del bosque

“EL ASPECTO del alce es singularmente grotesco y poco elegante. ¿Por qué tiene que ser tan alto por delante? ¿Para qué una cabeza tan alargada?” Tal fue la impresión que le produjo el alce al escritor del siglo XIX Henry David Thoreau. Y no ha sido al único. La apariencia cómica de este solitario animal y lo difícil que es avistarlo en su hábitat han alimentado la falsa idea de que es torpe y tonto. ¿Es eso cierto? Investigadores de Norteamérica y Eurasia han hecho muchos descubrimientos sobre esta extraña criatura.

Este gigante del bosque tiene largas patas que lo hacen ver poco elegante. Sin embargo, con ellas es capaz de ahuyentar a toda una manada de lobos. Los alces aprenden a nadar a los pocos días de nacer, y a algunos se les ha visto nadando por varios kilómetros y sumergiéndose a una profundidad de casi 6 metros (20 pies) para alimentarse de plantas acuáticas.

Con sus ojos, que pueden mirar casi directamente hacia atrás, el alce puede detectar movimiento a sus espaldas sin tener que volver la cabeza. Su nariz es otra práctica herramienta. Los expertos opinan que la gran separación entre los orificios nasales le da la singular capacidad de determinar con precisión de dónde proceden los olores. Sus orejas también son muy útiles: giran en todas las direcciones y pueden percibir los sonidos que emiten otros alces incluso a tres kilómetros (dos millas) de distancia.

 Las crías, a las que un escritor describe como “exageradamente lindas”, suelen ser curiosas y despreocupadas. Sus madres las protegen con celo y ternura, y atacan a cualquier depredador que se acerque, como lobos, osos e incluso seres humanos. Ahora bien, cuando el pequeño tiene alrededor de un año y la madre queda preñada de nuevo, esta lo aleja bruscamente para que se vaya independizando.

LA LUCHA POR LA SUPERVIVENCIA EN EL NORTE

Si el alce se alimenta exclusivamente de plantas, ¿cómo sobrevive a los fríos inviernos? En parte, aumentando el consumo de forraje en los meses más cálidos. Llega a ingerir más de 20 kilos (50 libras) de vegetación al día, sea que esta crezca a 3 metros (10 pies) del suelo o debajo del agua. Gracias a su estómago dividido en cuatro cavidades, le saca el máximo provecho al alimento, pues durante la digestión extrae los nutrientes necesarios y acumula grasa. Ahora bien, la falta de alimento no es el único peligro que presenta el invierno.

El frío intenso y la espesa nieve también ponen a prueba la resistencia del alce. En esta estación, el animal reduce su actividad y economiza movimientos para retener el calor bajo su eficaz abrigo de piel. Y si escapar del ataque de los lobos en la nieve ya le es difícil, más difícil aún le resulta protegerse de los cazadores y los automovilistas.

A los alces les encanta la sal que se echa en las carreteras para derretir la nieve, la cual les aporta nutrientes en gran cantidad. Pero como tienen el pelaje oscuro y suelen cruzar las carreteras después del atardecer, muchos conductores no los ven a tiempo y chocan con ellos. Este tipo de accidentes ha ocasionado la muerte tanto de alces como de personas.

UN ANIMAL JUGUETÓN

Se ha observado a algunos alces embistiendo juguetonamente las olas del mar y bañándose felices en fuentes termales. El macho y la hembra se muestran ternura durante el apareamiento, y existe una lealtad de la madre hacia su cría que resulta encantadora. Por otro lado, las crías que son adoptadas por personas han llegado a ver a su cuidador como si fuera su madre. El zoólogo Valerius Geist dice: “Este extraño animal de cara poco agraciada puede ser inteligente, cariñoso y leal hasta el extremo”.

Las crías de alce son curiosas y despreocupadas

A modo de advertencia: el alce es un animal sumamente fuerte. Si llega a encontrar uno en su medio natural, obsérvelo con respeto y mantenga las distancias, sobre todo si hay crías cerca. Tenga la seguridad de que, aun contemplándolo desde lejos, quedará fascinado por este extraño gigante del bosque.