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El espíritu santo: una poderosa fuerza en nuestras vidas

El espíritu santo: una poderosa fuerza en nuestras vidas

El espíritu santo: una poderosa fuerza en nuestras vidas

TRAS cometer un grave error, el rey David le suplicó a Dios: “No me arrojes de delante de tu rostro; y tu espíritu santo, oh, no me lo quites” (Salmo 51:11).

¿Por qué temía David perder el espíritu de Dios? Porque sabía por experiencia propia lo poderoso que era. Siendo tan solo un muchacho, ese espíritu le había permitido vencer al gigante Goliat (1 Samuel 17:45-50). Además, lo había facultado para escribir algunos de los salmos más hermosos jamás compuestos. “El espíritu de Jehová fue lo que habló por mí, y su palabra estuvo sobre mi lengua”, reconoció (2 Samuel 23:2).

Jesucristo confirmó esas palabras cuando declaró: “Por el espíritu santo David mismo dijo: ‘Jehová dijo a mi Señor: “Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies”’” (Marcos 12:36; Salmo 110:1). Así pues, Jesús sabía que el espíritu santo había inspirado a David para que escribiera varios salmos. ¿Y qué hay de nosotros? ¿Tenemos a nuestra disposición ese mismo espíritu?

“Sigan pidiendo, y se les dará”

Es probable que nunca escribamos un salmo. Aun así, podemos enfrentarnos a obstáculos tan intimidantes como el enorme Goliat. Tomemos por caso a Isabel, * a quien su esposo abandonó por una mujer más joven. Además de dejarla con deudas hasta el cuello, no le pasaba dinero para mantener a sus dos hijas pequeñas. “Quedé destrozada por su traición y su desprecio —recuerda—. Con todo, nunca he dejado de sentir la fuerza del espíritu de Dios.”

Es interesante notar que Isabel nunca dio por sentada la ayuda del espíritu santo. Sabía que solo con la fuerza de Jehová podría enfrentarse con valor al futuro, cuidar bien de sus hijas y recuperar su autoestima. Por eso, le pedía todos los días a Dios su espíritu, tal como Jesús aconsejó: “Sigan pidiendo, y se les dará; sigan buscando, y hallarán; sigan tocando, y se les abrirá” (Mateo 7:7).

Roberto también necesitó la ayuda del espíritu santo, aunque por razones diferentes. Él era un fumador empedernido de tabaco y hachís que llevaba dos años intentando dejar el vicio. Sin embargo, volvía a caer una y otra vez. “Es terrible la ansiedad que sientes cuando tratas de dejar las drogas —explica Roberto—. El cuerpo te las pide día tras día sin que puedas hacer nada para impedirlo.”

“Pero yo quería servir a Dios como a él le agrada, y para eso tenía que cambiar mi vida —dice—. Me esforcé por ocupar la mente con pensamientos positivos tomados de la Biblia. No pasaba un día sin que le suplicara a Dios que me diera fuerzas para dejar el vicio. Sabía que nunca podría hacerlo solo. Enseguida noté que Jehová contestaba mis oraciones, sobre todo cuando recaía y tenía el ánimo por los suelos. Estoy convencido de que lo que me hacía recuperar las fuerzas era su espíritu santo. Sin esa ayuda nunca habría podido superar mi adicción.” (Filipenses 4:6-8.)

“Se remontarán con alas como águilas”

Isabel y Roberto no son los únicos que han sentido la intervención del espíritu santo en sus vidas. Millones de testigos de Jehová dan fe de lo mismo. Ahora bien, ¿puede usted también experimentar el poder de Dios en acción? Por supuesto que sí. Dios está dispuesto a darnos su espíritu —la mismísima fuerza con la que creó el universo— si se lo pedimos con fervor. Pero para recibirlo, tenemos que aprender la verdad sobre Dios y esforzarnos por hacer su voluntad (Isaías 55:6; Hebreos 11:6).

Así es, el poderoso espíritu santo le permitirá servir a Dios como a él le agrada y superar cualquier reto que se le presente. No olvide que, según la Biblia, Jehová “está dando poder al cansado; y hace que abunde en plena potencia el que se halla sin energía dinámica”. Como resultado, “los que estén esperando en Jehová recobrarán el poder. Se remontarán con alas como águilas. Correrán, y no se fatigarán; andarán, y no se cansarán” (Isaías 40:28-31).

[Nota]

^ párr. 6 Se han cambiado algunos nombres.

[Comentario de la página 8]

“No pasaba un día sin que le suplicara a Dios que me diera fuerzas [...]. Sabía que nunca podría hacerlo solo. Enseguida noté que Jehová contestaba mis oraciones”

[Ilustraciones y recuadro de la página 7]

¿PARA QUÉ UTILIZÓ DIOS EL ESPÍRITU SANTO?

Para crear la Tierra y el resto del universo. “¡Cuántas son tus obras, oh Jehová! Con sabiduría las has hecho todas. La tierra está llena de tus producciones”, exclamó el salmista. “Si envías tu espíritu, son cread[a]s.” (Salmo 104:24, 30; Génesis 1:2; Job 33:4.)

Para inspirar a los escritores de la Biblia. El apóstol Pablo escribió: “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa” (2 Timoteo 3:16). La palabra griega que aquí se traduce “inspirada de Dios” significa literalmente “insuflada por Dios” o “soplada por Dios”. Con su aliento, o espíritu, Jehová guió los pensamientos de los escritores bíblicos para que transmitieran “la palabra de Dios” (1 Tesalonicenses 2:13).

Para que sus siervos pudieran predecir con exactitud el futuro. “Ninguna profecía de la Escritura proviene de interpretación privada alguna —explicó el apóstol Pedro—. Porque la profecía no fue traída en ningún tiempo por la voluntad del hombre, sino que hombres hablaron de parte de Dios al ser llevados por espíritu santo.” (2 Pedro 1:20, 21; Joel 2:28.)

Para que Jesús y otros siervos fieles pudieran predicar las buenas noticias del Reino de Dios y realizar milagros. “El espíritu de Jehová está sobre mí —dijo Jesús—, porque él me ungió para declarar buenas nuevas a los pobres, me envió para predicar una liberación a los cautivos y un recobro de vista a los ciegos.” (Lucas 4:18; Mateo 12:28.)

[Ilustraciones y recuadro de la página 9]

CÓMO NOS AYUDA EL ESPÍRITU SANTO

Nos permite resistir las tentaciones y abandonar malos hábitos. “Dios es fiel, y no dejará que sean tentados más allá de lo que pueden soportar —dijo el apóstol Pablo—, sino que junto con la tentación también dispondrá la salida para que puedan aguantarla.” (1 Corintios 10:13.)

Nos ayuda a cultivar buenas cualidades. “El fruto del espíritu es: amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, autodominio.” (Gálatas 5:22, 23.)

Nos da fuerzas para superar las dificultades. “Para todas las cosas tengo la fuerza en virtud de aquel que me imparte poder.” (Filipenses 4:13.)